Nos saludó y acto seguido empezaron las lecturas, a las cuales, todos en pie, respondíamos cantando un villancico (bueno, yo lo intentaba) cuya letra podíamos seguir a través de una gran pantalla colgada sobre el pequeño coro que estaba mirando hacia nosotros. Nuestro párroco y el pastor anglicano leyeron también. Al cabo de un rato, el pastor presbiteriano hizo un breve sermón, muy correcto y bien explicado, que un cura católico podría firmar perfectamente. Y después del villancico final se dió por finalizado el servicio. El pastor nos invitó a un refrigerio en el local que había junto a la iglesia y allí fuimos buena parte de los asistentes, a beber el típico té y a comer pastas y dulces que había en una mesa y que algunos de los feligreses presbiterianos también repartían amablemente. Fue un bonita experiencia ecuménica. Muchos años había oído rezar por la unión de los cristianos (la Iglesia católica siempre dedica un domingo del año a ello) pero esta vez tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona.
sábado, 26 de diciembre de 2015
Villancicos ecuménicos
Nos saludó y acto seguido empezaron las lecturas, a las cuales, todos en pie, respondíamos cantando un villancico (bueno, yo lo intentaba) cuya letra podíamos seguir a través de una gran pantalla colgada sobre el pequeño coro que estaba mirando hacia nosotros. Nuestro párroco y el pastor anglicano leyeron también. Al cabo de un rato, el pastor presbiteriano hizo un breve sermón, muy correcto y bien explicado, que un cura católico podría firmar perfectamente. Y después del villancico final se dió por finalizado el servicio. El pastor nos invitó a un refrigerio en el local que había junto a la iglesia y allí fuimos buena parte de los asistentes, a beber el típico té y a comer pastas y dulces que había en una mesa y que algunos de los feligreses presbiterianos también repartían amablemente. Fue un bonita experiencia ecuménica. Muchos años había oído rezar por la unión de los cristianos (la Iglesia católica siempre dedica un domingo del año a ello) pero esta vez tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona.
lunes, 6 de julio de 2015
Hogueras y banderas
A principio de julio bastantes calles, plazas y carreteras de Belfast y de otras poblaciones de Irlanda de Norte se llenan de banderas y de pilas enormes de madera, listas para ser quemadas la víspera del 12 de julio. Los unionistas o loyalists celebran así la victoria en 1690 de Guillermo III de Orange, holandés y protestante, sobre Jacobo, católico y rey depuesto de Inglaterra. Fue una batalla que tuvo lugar a las orillas del río Boyne, camino de Dublín. Las banderas son en su mayoría de la Union Jack (bandera oficial de Reino Unido) y de la provincia del Ulster (la cruz de San Jorge con una mano roja en el centro) pero también las hay de Escocia (una paradoja que explicaremos en otra ocasión), de los diferentes grupos protestantes e incluso alguna de Gibraltar, como la que sirve para ilustrar este artículo. Esta última es una clara muestra del cariz de afirmación probritánica de esta celebración, no en vano Gibraltar es una de las colonias más preciadas del antiguo imperio. Otro elemento importante de esta fiesta son las marchas que los miembros de la orden de Orange hacen por las calles al son de tambores y flautas. Una demostración de alegría y poderío que no hace mucha gracia a los católicos, partidarios en su mayoría de unirse a la República de Irlanda y votantes del Sinn Fein o del SDLP, el partido proirlandés moderado. El 12 de julio, por tanto, es el día preferido por los unionistas para dejar claro que Irlanda del Norte pertenece a la Gran Bretaña y que no van a dar un paso atrás. Las cosas han cambiado bastante desde que el acuerdo del Viernes Santo de 1998 sentara las bases para una convivencia pacífica entre las comunidades protestante y católica, sangrientamente enfrentadas en los "Troubles" iniciados en 1968. Sin embargo, los incidentes no han desaparecido del todo y esta misma semana dos halls de la orden de Orange fueron destruídos con bombas incendiarias. Y alguien colocó una Union Jack dentro del recinto de una parroquia católica, un acto considerado una provocación en toda regla. Incidentes que son el reflejo de la honda división que fracturó al Ulster durante siglos y que aún supura por la herida. Una sociedad con una parte de ella (los católicos) gravemente discriminada hasta no hace muchos años. Nada parecido hemos visto en España y para un español encontrar algo así en una país como la Gran Bretaña, tan supuestamente ejemplar en varios aspectos, es sorprendente y decepcionante. Seguiremos hablando sobre el tema, también de las conexiones que existen entre España y la torturada tierra que evangelizó San Patricio.
viernes, 19 de junio de 2015
La cultura del "fuego"
domingo, 17 de mayo de 2015
Buscando una panera
Una muestra de las diferentes costumbres alimentarias entre Irlanda y España es esta anécdota que voy a explicar. Yo estaba a costumbrado a comer pan en todas las comidas, como acompañamiento, y por eso sugerí a mi mujer comprar un canastilla para el pan o panera, "a basket for the bread" como se dice aquí. Pues bien, nos pusimos a buscar una en diferentes tiendas, incluso en el IKEA de Belfast, pero no conseguimos encontrar nada que nos fuera bien. Total, que al final la tuvimos que comprar en Badalona (provincia de Barcelona) un fin de semana que estuvimos visitando a mi familia y pasamos la tarde por el carrer del Mar. Sí que se consume pan aquí pero no de la misma manera que en España. En Irlanda (del Norte, que es la que yo conozco), el pan más usado es el de molde, para los sandwiches, que son el principal componente de las cenas o dinners de los domingos (hacia las 18 h; los suppers son a partir de las 20h); esas rebanadas de pan se untan primero con mantequilla, y luego se les pone lechuga, huevos duros, jamón dulce, coleslaw (una especie de ensaladilla rusa)... También se untan con mermelada, es decir, con todo lo que se pilla. Un pan que parece ser tradicional de estas tierras es el de soda, bastante bueno por cierto; es un muy consistente (casi como goma) y de sabor especial. En los supermercados y tiendas pequeñas puedes encontrar muchas clases y estilos de panes (incluídos baguettes y ciabata) pero la cultura del pan en Irlanda es, en definitiva, bastante diferente a la nuestra. Eso de ir cada día a la panadería es casi desconocido aquí, al menos de la manera que lo concebimos en España. Seguiremos hablando de las diferencias gastronómicas entre Irlanda y España, que hay para rato.
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