sábado, 26 de diciembre de 2015

Villancicos ecuménicos

Poco antes de Navidad acudí con mi familia irlandesa a un servicio de villancicos en la iglesia presbiteriana de Ardglass. Los miembros de dicha iglesia habían invitado a las otras comunidades cristianas de este pueblo del condado de Down, es decir, a la parroquia católica de Saint Nicholas y a la iglesia de Irlanda local (la Iglesia de Irlanda es una variante de la iglesia anglicana). El rector de Saint Nicholas, father McCloskey, nos lo hizo saber una semana antes en la misa y lo cierto es que un buen número de feligreses acudieron a dicho servicio, pues la mitad o más de los asistentes que llenaron la pequeña capilla presbiteriana eran católicos. Era un servicio religioso, no un concierto,  punto que me tuvieron que aclarar pues yo estaba confundido al respecto. O sea que los que ibamos a asistir teníamos que cantar también. Al llegar a la puerta nos recibió el pastor presbiteriano (lo supe después pues iba vestido de calle) que nos saludaba a la entrada junto con otro feligrés. Era un iglesia pequeña, con bancos de madera robustos y muy juntos, acolchados, el suelo estaba enmoquetado. Estando tan apretados seguro que no se pasaba tanto frío... Cuando entramos ya había bastante gente y nos tuvimos que sentar en los primeros bancos, donde aún habían sitios vacíos. No era la primera vez que pisaba una iglesia protestante: lo había hecho ya en Londres en 2008, y por error, pensando que era una parroquia católica cuando en realidad se trataba de un templo anglicano, pues quería asistir a la "misa", y lo cierto es que el interior y el ritual me parecieron similares a los católicos. La capilla presbiteriana de Ardglass, sin embargo, era bastante diferente a una iglesia católica: no existia ningún tipo de imagen o adorno excepto una solitaria cruz en un lateral, y no muy grande. Y en la parte del altar había una especie de gradas de madera sobre la cual estaba la "trona" del pastor; en su parte frontal había una especie de estandarte negro pequeño, con un árbol en medio y una frase en latín que ahora no logro recordar. El mismo estandarte colgaba en donde en los templos católicos se suele poner el retablo. Nunca he estado en un local masónico pero no sé por qué todo ello me hizo pensar en un lugar así. Cuando estuvimos todos en nuestros sitios, empezó el servicio. El pastor, muy moreno, parecía español o italiano.
Nos saludó y acto seguido empezaron las lecturas, a las cuales, todos en pie, respondíamos cantando un villancico (bueno, yo lo intentaba) cuya letra podíamos seguir a través de una gran pantalla colgada sobre el pequeño coro que estaba mirando hacia nosotros. Nuestro párroco y el pastor anglicano leyeron también. Al cabo de un rato, el pastor presbiteriano hizo un breve sermón, muy correcto y bien explicado, que un cura católico podría firmar perfectamente. Y después del villancico final se dió por finalizado el servicio. El pastor nos invitó a un refrigerio en el local que había junto a la iglesia y allí fuimos buena parte de los asistentes, a beber el típico té y a comer pastas y dulces que había en una mesa y que algunos de los feligreses presbiterianos también repartían amablemente. Fue un bonita experiencia ecuménica. Muchos años había oído rezar por la unión de los cristianos (la Iglesia católica siempre dedica un domingo del año a ello) pero esta vez tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona.

lunes, 6 de julio de 2015

Hogueras y banderas

A principio de julio bastantes calles, plazas y carreteras de Belfast y de otras poblaciones de Irlanda de Norte se llenan de banderas y de pilas enormes de madera, listas para ser quemadas la víspera del 12 de julio. Los unionistas o loyalists celebran así la victoria en 1690 de Guillermo III de Orange, holandés y protestante, sobre Jacobo, católico y rey depuesto de Inglaterra. Fue una batalla que tuvo lugar a las orillas del río Boyne, camino de Dublín. Las banderas son en su mayoría de la Union Jack (bandera oficial de Reino Unido) y de la provincia del Ulster (la cruz de San Jorge con una mano roja en el centro) pero también las hay de Escocia (una paradoja que explicaremos en otra ocasión), de los diferentes grupos protestantes e incluso alguna de Gibraltar, como la que sirve para ilustrar este artículo. Esta última es una clara muestra del cariz de afirmación probritánica de esta celebración, no en vano Gibraltar es una de las colonias más preciadas del antiguo imperio. Otro elemento importante de esta fiesta son las marchas que los miembros de la orden de Orange hacen por las calles al son de tambores y flautas. Una demostración de alegría y poderío que no hace mucha gracia a los católicos, partidarios en su mayoría de unirse a la República de Irlanda y votantes del Sinn Fein o del SDLP, el partido proirlandés moderado. El 12 de julio, por tanto, es el día preferido por los unionistas para dejar claro que Irlanda del Norte pertenece a la Gran Bretaña y que no van a dar un paso atrás. Las cosas han cambiado bastante desde que el acuerdo del Viernes Santo de 1998 sentara las bases para una convivencia pacífica entre las comunidades protestante y católica, sangrientamente enfrentadas en los "Troubles" iniciados en 1968. Sin embargo, los incidentes no han desaparecido del todo y esta misma semana dos halls de la orden de Orange fueron destruídos con bombas incendiarias. Y alguien colocó una Union Jack dentro del recinto de una parroquia católica, un acto considerado una provocación en toda regla. Incidentes que son el reflejo de la honda división que fracturó al Ulster durante siglos y que aún supura por la herida. Una sociedad con una parte de ella (los católicos) gravemente discriminada hasta no hace muchos años. Nada parecido hemos visto en España y para un español encontrar algo así en una país como la Gran Bretaña, tan supuestamente ejemplar en varios aspectos, es sorprendente y decepcionante. Seguiremos hablando sobre el tema, también de las conexiones que existen entre España y la torturada tierra que evangelizó San Patricio.

viernes, 19 de junio de 2015

La cultura del "fuego"

Ahora que ya se acaba el frío y llega, en teoría, el verano, voy a abordar en esta entrada lo que he venido a denominar la cultura del "fuego", o sea, todo lo que rodea el uso y disfrute de los fuegos de tierra, hogares o chimeneas, lo que en catalán se llama "llar de foc". En estas tierras del norte de Irlanda, poco soleadas y poco calurosas, cada casa dispone de, al menos, una chimenea. Y debido a que el invierno es largo y frío (aunque no excesivamente frío si lo comparamos con otras latitudes), las chimeneas son muy usadas y por ello hay toda una industria desarrollada alrededor de ellas. Por supuesto que en España, y concretamente en Barcelona y su provincia, muchas casas disponen de fuegos, como sucede en casa de mi madre; aún recuerdo cuando a finales de septiembre mis padres hacían venir un camión cargado hasta los topes con leña de carrasca (encina) y era descargada en la cuesta del garaje. Era toda una fiesta que anunciaba la llegada del invierno. Luego teníamos que entrarla y colocarla bien apilada en el garaje, cosa que no se hacía en una hora. Pero volviendo a las tierras de San Patricio, al poco de estar aquí observas que hay una gran oferta de distintas clases de carbón (coal), de leña (logs) empaquetada en sacos e incluso de bolsas de astillas de madera (kindling) para encender el fuego. Por supuesto que también se venden pastillas para este fin, aunque mucha gente recurre al más barato papel, reciclado de sobres, cartas de publicidad, facturas viejas, etc. Otro combustible que  se utiliza a veces es la turba, antaño muy común (y que según me han comentado huele muy bien), así como una especie de tacos grandes de conglomerado hechos a partir del serrín o algo parecido. En cuanto al carbón, hay que anotar que lo hay de clases y marcas muy variadas pero lo más destacable es que en ciudades como Belfast, para evitar la contaminación, solo está permitido quemar carbón "smokeless", es decir, carbón que no produce humo; cuesta más de quemar que el carbón normal, que se utiliza más en las zonas rurales y hace mucha más brasa. Lo más moderno, sin embargo, es disponer de un hogar artificial en que ves arder carbón pero que en realidad es una imitación muy perfeccionada, alimentada a base de gas natural; una solución para aquellos que no quieran gastar tiempo limpiando cenizas ni yendo a buscar leña y carbón a cualquiera de los numerosos puntos de venda. En fin, que en los días fríos y lluviosos (y a menudo ventosos) de otoño e invierno, en incluso en plena primavera, tener un buen fuego en casa es una de las delicias que se pueden disfrutar en Irlanda, junto a una buena sopa y una buena conversación.

domingo, 17 de mayo de 2015

Buscando una panera

Una muestra de las diferentes costumbres alimentarias entre Irlanda y España es esta anécdota que voy a explicar. Yo estaba a costumbrado a comer pan en todas las comidas, como acompañamiento, y por eso sugerí a mi  mujer comprar un canastilla para el pan o panera, "a basket for the bread" como se dice aquí. Pues bien, nos pusimos a buscar una en diferentes tiendas, incluso en el IKEA de Belfast, pero no conseguimos encontrar nada que nos fuera bien. Total, que al final la tuvimos que comprar en Badalona (provincia de Barcelona) un fin de semana que estuvimos visitando a mi familia y pasamos la tarde por el carrer del Mar. Sí que se consume pan aquí pero no de la misma manera que en España. En Irlanda (del Norte, que es la que yo conozco), el pan más usado es el de molde, para los sandwiches, que son el principal componente de las cenas o dinners de los domingos (hacia las 18 h; los suppers son a partir de las 20h); esas rebanadas de pan se untan primero con mantequilla, y luego se les pone lechuga, huevos duros, jamón dulce, coleslaw (una especie de ensaladilla rusa)... También se untan con mermelada, es decir, con todo lo que se pilla. Un pan que parece ser tradicional de estas tierras es el de soda, bastante bueno por cierto; es un muy consistente (casi como goma) y de sabor especial. En los supermercados y tiendas pequeñas puedes encontrar muchas clases y estilos de panes (incluídos baguettes y ciabata) pero la cultura del pan en Irlanda es, en definitiva, bastante diferente a la nuestra. Eso de ir cada día a la panadería es casi desconocido aquí, al menos de la manera que lo concebimos en España. Seguiremos hablando de las diferencias gastronómicas entre Irlanda y España, que hay para rato.