viernes, 17 de junio de 2016

Comer a la irlandesa


Comer a la irlandesa requiere unas premisas básicas: la primera, que esté presente la patata como ingrediente principal o como acompañante. Por ello, un elemento destacado en la mesa es un puchero grande lleno de patatas hervidas, que los comensales se sirven a su antojo, pelándolas en un platito que se pone junto al plato grande. El segundo, el uso de la mantequilla como aderezo: uno de mis descubrimientos más deliciosos es triturar las patatas con la mantequilla. O sea, que el papel que juega el aceite en la cocina mediterránea (particularmente la española) en Irlanda lo desempeña la mantequilla. El tercero, la carne como el otro gran componente del plato único de las comidas tradicionales: puede ser ternera, cordero o jamón cocidos, que se cocinan al mismo estilo, sin  rastro de aceite. Y cuarto, las hortalizas que completan el plato: zanahorias, brócoli, judías verdes... Todo ello se adereza con sal y pimienta (blanca o negra), siendo desconocido el uso del aceite y el vinagre para aliñar los platos. Se comprende que años atrás en estas tierras ni había aceite ni vino por lo que, lógicamente, la gastronomía tradicional irlandesa refleja estas carencias. El descrito es un plato de sabores sencillos pero sabrosos, muy adecuado a esta isla de clima poco apacible. Como curiosidad y paréntesis en esta breve descripción de la gastronomía irlandesa, diré que son poco dados al uso de las servilletas, casi nunca las ponen (excepto para las grandes ocasiones) y yo suelo ser el único que durante las comidas me hago con unos cuantos trozos de papel de un rollo que tienen en la cocina. Debe ser que al no usar tanto aceite no son tan necesarias las servilletas, digo yo, por buscarle una explicación más o menos lógica. Siguiendo con mi experiencia culinaria en Irlanda, diré que como platos más elaborados he probado el Stew o estofado (hecho con carne de cordero, patatas, cebollas y perejil), muy rico, y el pastel de pastor (Shepherd's Pie), con carne picada de ternera y cordero, ajo, cebolla y zanahoria, tomillo y sal, más puré de patatas que sirve de cobertura. En esta misma linea está el stuffing. También debemos hablar del salmón (de lata), que en casa de mis suegros se come el sábado por la noche de manera muy simple: se mete dentro de un sandwich en que las rebanadas se han untado con mantequilla, luego se espolvorea con pimienta blanca, y finalmente se añade lo que más te apetezca: coleslaw (del que ya hablamos en un post anterior), hojas de ensalada, huevos duros, remolachas (beetroot)... En el ámbito del pan, llama la atención el pan de soda, que yo desconocía, junto al del pan de ajo, riquísimo y creado en los años 70 en los Estados Unidos. Cabe anotar aquí que el pan jamás se consume como acompañamiento en las comidas, sólo como parte de un bocadillo o sanwich, con el pan que en España llamamos popularmente "pan Bimbo". Otro día seguiremos.

lunes, 4 de enero de 2016

Mi abuela "española"

Poco antes de Navidades visitamos a unos amigos que nos invitaron a cenar en su casa. Él en un momento de la velada, nos explicó que por parte de madre descendía de un español de la Armada Invencible que sobrevivió al naufragio de su barco en la costa norte de Antrim, en Irlanda del Norte. Y fruto de ello en esa rama de su familia habían miembros que físicamente parecían más españoles que irlandeses; y como prueba de lo que decía, acto seguido nos enseñó una foto de su abuela: en efecto, aquella anciana no parecía una típica irlandesa, tenía rasgos más bien mediterráneos, pues era morena de piel y tenía las cejas muy negras y pobladas. Si le ponías un pañuelo negro en la cabeza, pensé, podía pasar por una abuela de las Urdes extremeñas... Increíble. La conciencia del origen español de uno de sus ancestros había pasado de generación en generación en la familia, desde aquel fatídico año de 1588 para la flota española, la Felicísima Armada tal como la había llamado el mismo Felipe II. Casi nada. A pesar de lo extraordinario y curioso de dicha historia, no me sorprendió del todo, pues desde que vivo en el Ulster, he detectado una fuerte presencia de lo español en la memoria popular irlandesa. Se afirma, por ejemplo, que en el Oeste de Irlanda hay mucha gente morena que desciende de los supervivientes de la Armada invencible, de aquellos soldados y marineros que no se ahogaron al naufragar sus barcos y que después lograron escapar de los ingleses y sus colaboradores, quienes ahorcaban a todo español que pillaban. Lo explicado por Edmund, por tanto, venía a corroborar dicha teoría. España fue para los irlandeses de los siglos XVI y XVII un referente de gran importancia, poniendo en nuestro país todas sus esperanzas de liberarse de los ingleses opresores, que les robaban sus tierras y los perseguían por ejercer su fe católica. Ellos, tan pobres, poco podían ofrecer a los españoles, dueños de un vasto imperio, pero su sincero catolicismo despertó entre ambas naciones una corriente de simpatía que, a mi entender, aún perdura. Nos podríamos extender en más detalles sobre batallas perdidas y riquezas rescatadas de los barcos españoles: cañones de gran potencia, puertas de madera ricamente labradas... Pero lo esencial es ver como se creó un poso en la memoria popular irlandesa que hace relacionar toda riqueza y exotismo de su pasado con la Armada Invencible y lo español, de la misma manera que en España se relacionaba lo antiguo y desconocido con el paso de los moros por nuestras tierras. Y para probarlo explicaré dos anécdotas recogidas de la boca de una tía de mi mujer, una anciana de 87 años del condado de Down: según ella, su apellido Doyle (palabra gaélica que significa "extranjero oscuro") demuestra que desciende de españoles y es por ello que su piel era más morena; esta teoría, sin embargo, no es del todo correcta pues si bien Doyle sí que significa eso, en realidad designaba a los vikingos daneses que llegaron a Irlanda, cuyo pelo era más oscuro que el de los vikingos procedentes de Noruega, más rubios. También afirma que una de las joyas más emblemáticas de Irlanda, el anillo de Claddagh, que se entrega a las chicas como símbolo de noviazgo, amor o arra nupcial, proviene de España, de la Armada Invencible. Yo nada sabía de dicho anillo, a parte de verlo prendido en un jersei de mi mujer y de lo que su tía le había explicado, pero busqué información sobre él y resultó ser un anillo que se diseñó en Galway en el siglo XVII y que lleva asociado una leyenda sobre un irlandés que emigró a las Indias Orientales y fue capturado por un orfebre musulmán de Argelia. Todo esto no quita veracidad a la posible ascendencia española de Edmund. Estaría bien investigarlo, pues teniendo en cuenta los datos que nos dió, su antepasado podría ser perfectamente uno de los cinco supervivientes de la galeaza española La Girona, de la escuadra de Nápoles, que se hundió el 26 de octubre de 1588 en Lacada Point, cerca de la calzada del Gigante, en la costa de Antrim. Parte de sus restos se conservan en el Ulster Museum de Belfast. Recomiendo mucho visitarlos.