sábado, 9 de mayo de 2020

Primavera con pájaros

Pinzón, pinsà, chaffinch
Esta primavera está siendo magnífica en Irlanda. Desde finales de marzo, justo cuando empezó el confinamiento, estamos disfrutando de un tiempo inmejorable, soleado casi todos los días. Abril casi no llovió y lo que llevamos de mayo solo medio día. Para un español, es el tiempo ideal aunque muchos agricultores ya empiezan a quejarse pues necesitan agua para asegurar las cosechas de patatas y cebada. Yo he aprovechado para salir a pasear un poco cada día. Es una suerte pasar el lockdown en el campo, donde tienes la oportunidad de hacer excursiones sin encontrarte casi a nadie. Cada vez que salgo me llevo mi monocular Gosky que me regalaron para mi cumpleaños y así aprovecho para dar rienda suelta a una de mis aficiones favoritas: observar los pájaros silvestres. Ya sea por la mañana pronto, con la fresca, o a media tarde con un poco más de calor (no mucha, pues aquí la máxima que alcanzamos son los 20-21º) he tenido el placer de disfrutar de la maravillosa variedad de cantos así como de la vista de aves tan variadas como el herrerillo (blue tit, mallerenga blava), que muchas mañanas merodean por el manzano que hay enfrente de casa; el petirrojo (robin, pit-roig), bastante abundante; el jilguero (goldfinch, cardelina en Aragón y cadernera en catalán); el pinzón (chaffinch, pinsà), la golondrina (swalow, oreneta), etc. También corren por aquí el escribano (yellow hammer, verderola) y el camachuelo común (bull finch, pinsà borroner), pero aún no los he visto con mis propios ojos. A parte de ellos abundan las urracas (magpie, garsa, picaraza), la paloma salvaje (stock dove, tudó), el estornino (starling, estornell) y otros. 

lunes, 1 de enero de 2018

Ser católico en el Ulster (III)

Para acabar con esta serie, dedicaremos la entrada a contar algunas anécdotas que reflejan la convivencia, no pocas veces conflictiva, de la dicotomía religiosa y cultural en Irlanda del Norte. La primera ocurrió en un vecindario rural del condado de Down. Resulta que una mujer protestante iba por las granjas pidiendo dinero para la celebración del cumpleaños de la reina Elizabeth II. Ya se sabe que los protestantes del Ulster son muy devotos de la monarquía británica, casi más que los propios ingleses. Pues bien, dicha mujer llamó a la puerta de una vecina católica y le dijo: -Señora Tal, ¿querría hacer un donativo para el cumpleaños de la Reina?-. Y dicha señora le contestó, ni corta ni perezosa: -Lo siento, pero yo sólo tengo una reina y es la que está en los cielos-. Se refería, claro está, a la Virgen María por quién los católicos sienten una gran devoción, en contraste con los protestantes, que no le dan tanta importancia.
En este misma área un granjero protestante se casó con una católica. No cabe decir que hasta hace pocos años estos matrimonios mixtos eran más bien raros, pues cada comunidad se cuidaba muy mucho de emparentarse con los que habían sido enemigos acérrimos por las razones que ya hemos explicado. Como decíamos, se casaron pero llegó un momento en que la madre del hombre amenazó a su hijo con desheredarle si su mujer no se convertía al protestantismo. La nuera obedeció a su suegra y, cosas de la vida, o de la fe del converso, pasó a ser una protestante fanática, lo que aquí llaman "bitter" (amargada, resentida) por su furibundo anticatolicismo.
Finalmente, explicaremos otra historia de fanatismo religioso que tuvo lugar también en el condado de Down. Un granjero protestante que destacaba por su odio a todo lo católico, hizo un día una gran hoguera y mientras la contemplaba, afirmó: -Este fuego iría muy bien para quemar en él a un cura católico. Se dice que al cabo de un tiempo dicho granjero murió de accidente, curiosamente abrasado. Y que después se produjeron en esa casa más muertes en extrañas circunstancias, por lo que la gente ya no va a vivir a ella pues consideran que está maldita.


lunes, 23 de octubre de 2017

Ser católico en el Ulster (II)

Después de abordar este tema desde el punto de visto más religioso, lo enfocaremos ahora des de un punto de vista más político y cultural. En primer lugar diremos que en Irlanda del Norte, la población católica vota casi mayoritariamente al Sinn Feinn (partido nacionalista pro-irlandés, republicano y de izquierdas, conectado con el antiguo IRA) o al SDLP, también nacionalista pro-irlandés, pero socialdemócrata y de talante más moderado a la hora de resolver los conflictos con los partidos unionistas pro-británicos (DUP y UUP), que votan los protestantes. Esta división religioso-política tiene profundas raíces históricas cuya explicación es bastante sencilla: los católicos son descendientes de la población autoctona irlandesa, que hasta principios del siglo XVII era la mayoritaria en el Ulster. Sin embargo, a raíz de la sublevación de los jefes gaélicos y su posterior derrota, el rey de Inglaterra decidió poner fin al asunto trayendo colonos escoceses e ingleses, a los que cedió las tierras arrebatadas a los clanes rebeldes (O'Neill y O'Donnell). Esto se refleja en el hecho de que, hoy en día, las mejores tierras de cultivo están en manos de los protestantes, mientras que los católicos suelen habitar las tierras más pedregosas e improductivas. Esta colonización trajo la paradoja de que la parte de Irlanda más apegada a sus raíces gaélicas pasó de la noche a la mañana a ser la más ferozmente británica, tal como se vió cuando se proclamó la independencia de Irlanda en 1922, pues la población del Ulster, entonces mayoritariamente protestante, se negó en redondo a separarse de Londres.

Los siglos XVII y XVIII significaron una fuerte represión del catolicismo en Gran Bretaña e Irlanda. En el Ulster, como en otras partes de la isla, las misas se hacían a escondidas. En las zonas rurales las llamaban "Mass rocks" (Misas de las rocas), pues se llevaban a cabo en los bosques u otros sitios lejos de la vigilancia de las autoridades británicas. No pocos sacerdotes y obispos fueron sorprendidos y ejecutados, algunos de manera bárbara como el obispo de Down y Connor, Cornelius O'Devany. Fue en esos siglos que los católicos se convirtieron en ciudadanos de segunda clase y, a pesar de que en el siglo XIX llegó la apertura y la tolerancia, los católicos del Ulster continuaron siendo discriminados hasta bien entrado el siglo XX. Aún en los años 60 y 70 no podían acceder a según qué trabajos. El impacto de esa discriminación se ve reflejado en un leyenda sobre la construcción del Titanic en Belfast y su hundimiento: en dicho barco, como en otras grandes empresas, sólo trabajaban protestantes y según se dice, los obreros, mientras golpeaban los tornillos del gigantesco trasatlántico, cantaban "No Pope, no Pope", es decir, "No al Papa" o bien "No tenemos Papa". El barco de lujo zarpó y, como todos sabemos, se hundió de una manera trágica. Pues bien, la leyenda explica que las luces del Titanic, una vez ya estaba sumergido, reflejaron en la superficie la frase "NO POPE". El sectarismo contra los católicos había acabado de mala manera.

La marginación de los católicos estuvo, indudablemente, en el origen del sangriento conflicto que asoló el Ulster en los llamados "The Troubles", que duraron 30 años, de 1968 a 1998. Los atropellos que sufrían eran una consecuencia de la mentalidad que tenían muchos protestantes de Irlanda del Norte, fruto de siglos de dominación supremacista británica. Hoy en día las cosas han cambiado mucho, ya no existe esa discriminación y son frecuentes los matrimonios entre miembros de ambas comunidades. Pero los católicos continuan de un modo u otro orgullosos de su fidelidad a Roma, tal como se comprueba en algunas parroquias cuando reciben la visita del obispo: engalanan el exterior del templo con la bandera vaticana, blanca y amarilla. Aunque ya no asiste tanta gente a misa como antes, la mayoría de las familias suelen bautizar a sus hijos, que luego toman la comunión en los colegios de confesión católica conectados con parroquias y congregaciones. Los colegios, católicos o protestantes, están abiertos a todo el mundo sin distinción, pero son los padres quienes por su adscripción religiosa los llevan a uno u otro sitio. Hay que destacar al respecto que existen los colegios integrados, cuya titularidad es mixta y en ellos se mezclan alumnos de una u otra confesión. Hoy en día no es raro ver a profesores protestantes trabajando en colegios católicos, y al revés también pasa. (Seguiremos)


martes, 4 de julio de 2017

Ser católico en el Ulster (I)

Redentorista mostrando el horario de misas
de la novena de Clonard (West Belfast)
Al convivir un tiempo entre los católicos de Irlanda del Norte se aprecian una serie de costumbres que a los ojos de un español son ciertamente llamativas. La religiosidad en estas tierras es bastante más elevada que en España, o al menos que en Cataluña. Debe estar en los niveles que teníamos en la Península en los años 60-70 del siglo XX, aunque también empieza a decaer. Aún así, es sorprendente ver las iglesias bastante llenas y a muchos matrimonios jóvenes con sus niños. Los católicos suelen enviar los hijos a colegios de titularidad católica, mientras que los protestantes los envían a colegios protestantes. De estos años a esta parte se han creado algunas escuelas integradas en las que los alumnos de las diferentes confesiones religiosas están mezclados. Es bajo la tutela de los colegios, adscritos muchos de ellos a las parroquias, que los niños hacen la catequesis y la Primera Comunión. Aquí hay que destacar la importancia que se le da a la Primera Confesión, que es un acto multitudinario, casi igual que el de la Primera Comunión, pero sin vestirse de forma especial, sólo con el uniforme del colegio.
             En Semana Santa, mucha gente acude a la misa del Miércoles de Ceniza, donde las cruces trazadas sobre las frentes de los feligreses son bastante grandes. Algunos las lucen incluso en el trabajo y en las calles. Otro detalle es que al acabar la misa el sacerdote suele ponerse a la salida y saluda con un apretón de manos a los parroquianos, con quienes departe unos instantes. En cuanto a los entierros, muchas familias aún velan al difunto en casa, donde va  la gente a darles el pésame a la vez que entrega a la familia una tarjeta o postal de misa (Mass card) que han encargado (y pagado) por el alma del fallecido. A tal efecto se coloca al pie del ataúd un atril pequeño donde se van amontonando dichas Mass card que van trayendo los familiares y amigos. También es costumbre sacar el féretro a hombros y llevarlo hasta la iglesia en comitiva, o al menos un buen trecho. Incluso algunos niños y niñas se santiguan al ver pasar al cortejo fúnebre. En los pueblos pequeños y áreas rurales es tradición invitar a todos los vecinos a un almuerzo, casi una comida. Yo asistí a un funeral en que dicho convite se llevó a cabo en una sala o pabellón municipal donde al menos había 200 personas.La música en las ceremonias religiosas importantes como son los entierros está muy bien cuidada, no es extraño contratar a un pequeño conjunto que incluye cantante, guitarras y hasta gaitas irlandesas (diferente a la escocesa). Muchas parroquias cuentan con coros parroquiales y pianista cuyo nivel musical es realmente notable. Hay que apuntar aquí que la música ocupa un lugar destacado en la educación y no pocos niños saben tocar el violín y el piano.
         También llama la atención que en misa la gente sigue atentamente el ritual leyendo la hoja que se recoge a la entrada. Otro evento destacable es el día de los difuntos que se realiza en el mes de junio aunque cada parroquia elige un día según su conveniencia. Las familias acuden casi de forma masiva al cementerio a rezar el rosario dirigidos por el párroco, que recorre todas las tumbas (en tierra, los nichos son desconocidos) echándoles agua bendita. También hay que destacar la novena que se lleva a cabo durante una semana del mes de junio en el monasterio que tienen los redentoristas en Clonard, West Belfast. Miles de personas abarrotan cada día las misas (diez cada día) en que la predicación la hace algún religioso o laico invitado, incluso algún pastor (o pastora) protestante. Está dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro, a la que la gente escribe peticiones en unos papelitos que introducen en unos cajones de madera. A buen seguro que, entre otros factores, la persecución a la que fueran sometidos los católicos del Ulster durante varios siglos ayudó a reforzar el aprecio que sienten por su fe, aunque, como ocurre en otros lugares de Europa, la modernidad y la plaga de la pederastia han hecho mella en el prestigio de la Iglesia. A pesar de ello, los sacerdotes siguen siendo muy respetados por la mayoría de irlandeses y su aprecio por el Papa y por Roma late aún con fuerza en estas "tierras de frontera".

viernes, 5 de mayo de 2017

A place in the sun (un lugar en el sol)

Esta primera semana de mayo esta siendo espléndida, todos los días soleados y de cielo limpio y azul, algo poco habitual en estas latitudes. Por eso he pensado que lo mejor es hablar de la gran dependencia que existe en Irlanda y en todas las islas británicas del sol mediterráneo. Es sorprendente para un español ver como aquí están familiarizados con muchos puntos de nuestra geografía y como a menudo se escapan a España, donde no pocos poseen una casa o apartamento. Los lugares más frecuentados son Málaga y sus alrededores, Alicante (Torrevieja, etc.), Murcia, las Islas Canarias, las Baleares y también las ciudades de Barcelona y Sevilla. Incluso he conocido a una señora que tiene una casa en Cabra (Córdoba), lo que me sorprendió pues no es una población que esté junto al mar. A veces es difícil entender a qué ciudad se están refiriendo pues pronuncian los nombre españoles a su manera, comiéndose las vocales finales y con graves dificultades para decir la jota: así, Tenerife se convierte en Teneríf y para decir Mijas se las ven y se las desean. Tengo un conocido que pasa temporadas en Málaga para aprender español conviviendo con los autóctonos. Y otro hace turismo muy a menudo por toda España, de Andalucía a Castilla, pasando por Alcalá de Henares, ciudad de la que me habló muy bien y donde yo nunca he estado. Cuando se refieren a una casa unifamiliar, con piscina, etc. hablan de una "villa" pronunciado "vila" y para decir paella dicen "paela". Algunos creen que los españoles siempre comemos al estilo tapas y otros también creen que nuestra comida es tan picante como la mejicana, punto que he tenido que desmentir en varias ocasiones. Aquí también hablan de "patio" para referirse, efectivamente, a un patio o zona exterior de una casa, palabra que ha sido totalmente adoptada por los locales. Ya para acabar, mencionaré un programa del canal 4 británico: "A place in the sun" (Un lugar en el sol). En él se ayuda a la gente a encontrar un apartamento o casa en un país de clima soleado. El catálogo de propiedades que ofrece la web del programa está encabezado por España, con 28.525, Francia, con 22.433, Portugal, con 9.701 e Italia, con 3.768. De lejos les siguen Grecia, Chipre, Turquía, Florida, etc. Es curioso reproducir lo que se dice en la presentación de nuestro país: "Por todos sus problemas económicos de los últimos años, vivir y comprar una propiedad en España es fácil. Es un país moderno con un sistema sanitario y educativo de primera clase y unas modernas infraestructuras. Usted puede pasar sin hablar español si no lo desea y encontrará fácilmente una comunidad de expatriados en cualquier rincón del país. Elegir dónde comprar su casa en España será su mayor problema. Hay diez islas para elegir, las Baleares en el Mediterráneo o las Canarias en el Atlántico. Donde quiera que usted decida, seguramente tendrá buenas opciones de compra. España es notoria por haber construido demasiadas casas y apartamentos en los años del auge inmobiliario y no poder venderlas."

viernes, 17 de junio de 2016

Comer a la irlandesa


Comer a la irlandesa requiere unas premisas básicas: la primera, que esté presente la patata como ingrediente principal o como acompañante. Por ello, un elemento destacado en la mesa es un puchero grande lleno de patatas hervidas, que los comensales se sirven a su antojo, pelándolas en un platito que se pone junto al plato grande. El segundo, el uso de la mantequilla como aderezo: uno de mis descubrimientos más deliciosos es triturar las patatas con la mantequilla. O sea, que el papel que juega el aceite en la cocina mediterránea (particularmente la española) en Irlanda lo desempeña la mantequilla. El tercero, la carne como el otro gran componente del plato único de las comidas tradicionales: puede ser ternera, cordero o jamón cocidos, que se cocinan al mismo estilo, sin  rastro de aceite. Y cuarto, las hortalizas que completan el plato: zanahorias, brócoli, judías verdes... Todo ello se adereza con sal y pimienta (blanca o negra), siendo desconocido el uso del aceite y el vinagre para aliñar los platos. Se comprende que años atrás en estas tierras ni había aceite ni vino por lo que, lógicamente, la gastronomía tradicional irlandesa refleja estas carencias. El descrito es un plato de sabores sencillos pero sabrosos, muy adecuado a esta isla de clima poco apacible. Como curiosidad y paréntesis en esta breve descripción de la gastronomía irlandesa, diré que son poco dados al uso de las servilletas, casi nunca las ponen (excepto para las grandes ocasiones) y yo suelo ser el único que durante las comidas me hago con unos cuantos trozos de papel de un rollo que tienen en la cocina. Debe ser que al no usar tanto aceite no son tan necesarias las servilletas, digo yo, por buscarle una explicación más o menos lógica. Siguiendo con mi experiencia culinaria en Irlanda, diré que como platos más elaborados he probado el Stew o estofado (hecho con carne de cordero, patatas, cebollas y perejil), muy rico, y el pastel de pastor (Shepherd's Pie), con carne picada de ternera y cordero, ajo, cebolla y zanahoria, tomillo y sal, más puré de patatas que sirve de cobertura. En esta misma linea está el stuffing. También debemos hablar del salmón (de lata), que en casa de mis suegros se come el sábado por la noche de manera muy simple: se mete dentro de un sandwich en que las rebanadas se han untado con mantequilla, luego se espolvorea con pimienta blanca, y finalmente se añade lo que más te apetezca: coleslaw (del que ya hablamos en un post anterior), hojas de ensalada, huevos duros, remolachas (beetroot)... En el ámbito del pan, llama la atención el pan de soda, que yo desconocía, junto al del pan de ajo, riquísimo y creado en los años 70 en los Estados Unidos. Cabe anotar aquí que el pan jamás se consume como acompañamiento en las comidas, sólo como parte de un bocadillo o sanwich, con el pan que en España llamamos popularmente "pan Bimbo". Otro día seguiremos.

lunes, 4 de enero de 2016

Mi abuela "española"

Poco antes de Navidades visitamos a unos amigos que nos invitaron a cenar en su casa. Él en un momento de la velada, nos explicó que por parte de madre descendía de un español de la Armada Invencible que sobrevivió al naufragio de su barco en la costa norte de Antrim, en Irlanda del Norte. Y fruto de ello en esa rama de su familia habían miembros que físicamente parecían más españoles que irlandeses; y como prueba de lo que decía, acto seguido nos enseñó una foto de su abuela: en efecto, aquella anciana no parecía una típica irlandesa, tenía rasgos más bien mediterráneos, pues era morena de piel y tenía las cejas muy negras y pobladas. Si le ponías un pañuelo negro en la cabeza, pensé, podía pasar por una abuela de las Urdes extremeñas... Increíble. La conciencia del origen español de uno de sus ancestros había pasado de generación en generación en la familia, desde aquel fatídico año de 1588 para la flota española, la Felicísima Armada tal como la había llamado el mismo Felipe II. Casi nada. A pesar de lo extraordinario y curioso de dicha historia, no me sorprendió del todo, pues desde que vivo en el Ulster, he detectado una fuerte presencia de lo español en la memoria popular irlandesa. Se afirma, por ejemplo, que en el Oeste de Irlanda hay mucha gente morena que desciende de los supervivientes de la Armada invencible, de aquellos soldados y marineros que no se ahogaron al naufragar sus barcos y que después lograron escapar de los ingleses y sus colaboradores, quienes ahorcaban a todo español que pillaban. Lo explicado por Edmund, por tanto, venía a corroborar dicha teoría. España fue para los irlandeses de los siglos XVI y XVII un referente de gran importancia, poniendo en nuestro país todas sus esperanzas de liberarse de los ingleses opresores, que les robaban sus tierras y los perseguían por ejercer su fe católica. Ellos, tan pobres, poco podían ofrecer a los españoles, dueños de un vasto imperio, pero su sincero catolicismo despertó entre ambas naciones una corriente de simpatía que, a mi entender, aún perdura. Nos podríamos extender en más detalles sobre batallas perdidas y riquezas rescatadas de los barcos españoles: cañones de gran potencia, puertas de madera ricamente labradas... Pero lo esencial es ver como se creó un poso en la memoria popular irlandesa que hace relacionar toda riqueza y exotismo de su pasado con la Armada Invencible y lo español, de la misma manera que en España se relacionaba lo antiguo y desconocido con el paso de los moros por nuestras tierras. Y para probarlo explicaré dos anécdotas recogidas de la boca de una tía de mi mujer, una anciana de 87 años del condado de Down: según ella, su apellido Doyle (palabra gaélica que significa "extranjero oscuro") demuestra que desciende de españoles y es por ello que su piel era más morena; esta teoría, sin embargo, no es del todo correcta pues si bien Doyle sí que significa eso, en realidad designaba a los vikingos daneses que llegaron a Irlanda, cuyo pelo era más oscuro que el de los vikingos procedentes de Noruega, más rubios. También afirma que una de las joyas más emblemáticas de Irlanda, el anillo de Claddagh, que se entrega a las chicas como símbolo de noviazgo, amor o arra nupcial, proviene de España, de la Armada Invencible. Yo nada sabía de dicho anillo, a parte de verlo prendido en un jersei de mi mujer y de lo que su tía le había explicado, pero busqué información sobre él y resultó ser un anillo que se diseñó en Galway en el siglo XVII y que lleva asociado una leyenda sobre un irlandés que emigró a las Indias Orientales y fue capturado por un orfebre musulmán de Argelia. Todo esto no quita veracidad a la posible ascendencia española de Edmund. Estaría bien investigarlo, pues teniendo en cuenta los datos que nos dió, su antepasado podría ser perfectamente uno de los cinco supervivientes de la galeaza española La Girona, de la escuadra de Nápoles, que se hundió el 26 de octubre de 1588 en Lacada Point, cerca de la calzada del Gigante, en la costa de Antrim. Parte de sus restos se conservan en el Ulster Museum de Belfast. Recomiendo mucho visitarlos.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Villancicos ecuménicos

Poco antes de Navidad acudí con mi familia irlandesa a un servicio de villancicos en la iglesia presbiteriana de Ardglass. Los miembros de dicha iglesia habían invitado a las otras comunidades cristianas de este pueblo del condado de Down, es decir, a la parroquia católica de Saint Nicholas y a la iglesia de Irlanda local (la Iglesia de Irlanda es una variante de la iglesia anglicana). El rector de Saint Nicholas, father McCloskey, nos lo hizo saber una semana antes en la misa y lo cierto es que un buen número de feligreses acudieron a dicho servicio, pues la mitad o más de los asistentes que llenaron la pequeña capilla presbiteriana eran católicos. Era un servicio religioso, no un concierto,  punto que me tuvieron que aclarar pues yo estaba confundido al respecto. O sea que los que ibamos a asistir teníamos que cantar también. Al llegar a la puerta nos recibió el pastor presbiteriano (lo supe después pues iba vestido de calle) que nos saludaba a la entrada junto con otro feligrés. Era un iglesia pequeña, con bancos de madera robustos y muy juntos, acolchados, el suelo estaba enmoquetado. Estando tan apretados seguro que no se pasaba tanto frío... Cuando entramos ya había bastante gente y nos tuvimos que sentar en los primeros bancos, donde aún habían sitios vacíos. No era la primera vez que pisaba una iglesia protestante: lo había hecho ya en Londres en 2008, y por error, pensando que era una parroquia católica cuando en realidad se trataba de un templo anglicano, pues quería asistir a la "misa", y lo cierto es que el interior y el ritual me parecieron similares a los católicos. La capilla presbiteriana de Ardglass, sin embargo, era bastante diferente a una iglesia católica: no existia ningún tipo de imagen o adorno excepto una solitaria cruz en un lateral, y no muy grande. Y en la parte del altar había una especie de gradas de madera sobre la cual estaba la "trona" del pastor; en su parte frontal había una especie de estandarte negro pequeño, con un árbol en medio y una frase en latín que ahora no logro recordar. El mismo estandarte colgaba en donde en los templos católicos se suele poner el retablo. Nunca he estado en un local masónico pero no sé por qué todo ello me hizo pensar en un lugar así. Cuando estuvimos todos en nuestros sitios, empezó el servicio. El pastor, muy moreno, parecía español o italiano.
Nos saludó y acto seguido empezaron las lecturas, a las cuales, todos en pie, respondíamos cantando un villancico (bueno, yo lo intentaba) cuya letra podíamos seguir a través de una gran pantalla colgada sobre el pequeño coro que estaba mirando hacia nosotros. Nuestro párroco y el pastor anglicano leyeron también. Al cabo de un rato, el pastor presbiteriano hizo un breve sermón, muy correcto y bien explicado, que un cura católico podría firmar perfectamente. Y después del villancico final se dió por finalizado el servicio. El pastor nos invitó a un refrigerio en el local que había junto a la iglesia y allí fuimos buena parte de los asistentes, a beber el típico té y a comer pastas y dulces que había en una mesa y que algunos de los feligreses presbiterianos también repartían amablemente. Fue un bonita experiencia ecuménica. Muchos años había oído rezar por la unión de los cristianos (la Iglesia católica siempre dedica un domingo del año a ello) pero esta vez tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona.

lunes, 6 de julio de 2015

Hogueras y banderas

A principio de julio bastantes calles, plazas y carreteras de Belfast y de otras poblaciones de Irlanda de Norte se llenan de banderas y de pilas enormes de madera, listas para ser quemadas la víspera del 12 de julio. Los unionistas o loyalists celebran así la victoria en 1690 de Guillermo III de Orange, holandés y protestante, sobre Jacobo, católico y rey depuesto de Inglaterra. Fue una batalla que tuvo lugar a las orillas del río Boyne, camino de Dublín. Las banderas son en su mayoría de la Union Jack (bandera oficial de Reino Unido) y de la provincia del Ulster (la cruz de San Jorge con una mano roja en el centro) pero también las hay de Escocia (una paradoja que explicaremos en otra ocasión), de los diferentes grupos protestantes e incluso alguna de Gibraltar, como la que sirve para ilustrar este artículo. Esta última es una clara muestra del cariz de afirmación probritánica de esta celebración, no en vano Gibraltar es una de las colonias más preciadas del antiguo imperio. Otro elemento importante de esta fiesta son las marchas que los miembros de la orden de Orange hacen por las calles al son de tambores y flautas. Una demostración de alegría y poderío que no hace mucha gracia a los católicos, partidarios en su mayoría de unirse a la República de Irlanda y votantes del Sinn Fein o del SDLP, el partido proirlandés moderado. El 12 de julio, por tanto, es el día preferido por los unionistas para dejar claro que Irlanda del Norte pertenece a la Gran Bretaña y que no van a dar un paso atrás. Las cosas han cambiado bastante desde que el acuerdo del Viernes Santo de 1998 sentara las bases para una convivencia pacífica entre las comunidades protestante y católica, sangrientamente enfrentadas en los "Troubles" iniciados en 1968. Sin embargo, los incidentes no han desaparecido del todo y esta misma semana dos halls de la orden de Orange fueron destruídos con bombas incendiarias. Y alguien colocó una Union Jack dentro del recinto de una parroquia católica, un acto considerado una provocación en toda regla. Incidentes que son el reflejo de la honda división que fracturó al Ulster durante siglos y que aún supura por la herida. Una sociedad con una parte de ella (los católicos) gravemente discriminada hasta no hace muchos años. Nada parecido hemos visto en España y para un español encontrar algo así en una país como la Gran Bretaña, tan supuestamente ejemplar en varios aspectos, es sorprendente y decepcionante. Seguiremos hablando sobre el tema, también de las conexiones que existen entre España y la torturada tierra que evangelizó San Patricio.

viernes, 19 de junio de 2015

La cultura del "fuego"

Ahora que ya se acaba el frío y llega, en teoría, el verano, voy a abordar en esta entrada lo que he venido a denominar la cultura del "fuego", o sea, todo lo que rodea el uso y disfrute de los fuegos de tierra, hogares o chimeneas, lo que en catalán se llama "llar de foc". En estas tierras del norte de Irlanda, poco soleadas y poco calurosas, cada casa dispone de, al menos, una chimenea. Y debido a que el invierno es largo y frío (aunque no excesivamente frío si lo comparamos con otras latitudes), las chimeneas son muy usadas y por ello hay toda una industria desarrollada alrededor de ellas. Por supuesto que en España, y concretamente en Barcelona y su provincia, muchas casas disponen de fuegos, como sucede en casa de mi madre; aún recuerdo cuando a finales de septiembre mis padres hacían venir un camión cargado hasta los topes con leña de carrasca (encina) y era descargada en la cuesta del garaje. Era toda una fiesta que anunciaba la llegada del invierno. Luego teníamos que entrarla y colocarla bien apilada en el garaje, cosa que no se hacía en una hora. Pero volviendo a las tierras de San Patricio, al poco de estar aquí observas que hay una gran oferta de distintas clases de carbón (coal), de leña (logs) empaquetada en sacos e incluso de bolsas de astillas de madera (kindling) para encender el fuego. Por supuesto que también se venden pastillas para este fin, aunque mucha gente recurre al más barato papel, reciclado de sobres, cartas de publicidad, facturas viejas, etc. Otro combustible que  se utiliza a veces es la turba, antaño muy común (y que según me han comentado huele muy bien), así como una especie de tacos grandes de conglomerado hechos a partir del serrín o algo parecido. En cuanto al carbón, hay que anotar que lo hay de clases y marcas muy variadas pero lo más destacable es que en ciudades como Belfast, para evitar la contaminación, solo está permitido quemar carbón "smokeless", es decir, carbón que no produce humo; cuesta más de quemar que el carbón normal, que se utiliza más en las zonas rurales y hace mucha más brasa. Lo más moderno, sin embargo, es disponer de un hogar artificial en que ves arder carbón pero que en realidad es una imitación muy perfeccionada, alimentada a base de gas natural; una solución para aquellos que no quieran gastar tiempo limpiando cenizas ni yendo a buscar leña y carbón a cualquiera de los numerosos puntos de venda. En fin, que en los días fríos y lluviosos (y a menudo ventosos) de otoño e invierno, en incluso en plena primavera, tener un buen fuego en casa es una de las delicias que se pueden disfrutar en Irlanda, junto a una buena sopa y una buena conversación.

domingo, 17 de mayo de 2015

Buscando una panera

Una muestra de las diferentes costumbres alimentarias entre Irlanda y España es esta anécdota que voy a explicar. Yo estaba a costumbrado a comer pan en todas las comidas, como acompañamiento, y por eso sugerí a mi  mujer comprar un canastilla para el pan o panera, "a basket for the bread" como se dice aquí. Pues bien, nos pusimos a buscar una en diferentes tiendas, incluso en el IKEA de Belfast, pero no conseguimos encontrar nada que nos fuera bien. Total, que al final la tuvimos que comprar en Badalona (provincia de Barcelona) un fin de semana que estuvimos visitando a mi familia y pasamos la tarde por el carrer del Mar. Sí que se consume pan aquí pero no de la misma manera que en España. En Irlanda (del Norte, que es la que yo conozco), el pan más usado es el de molde, para los sandwiches, que son el principal componente de las cenas o dinners de los domingos (hacia las 18 h; los suppers son a partir de las 20h); esas rebanadas de pan se untan primero con mantequilla, y luego se les pone lechuga, huevos duros, jamón dulce, coleslaw (una especie de ensaladilla rusa)... También se untan con mermelada, es decir, con todo lo que se pilla. Un pan que parece ser tradicional de estas tierras es el de soda, bastante bueno por cierto; es un muy consistente (casi como goma) y de sabor especial. En los supermercados y tiendas pequeñas puedes encontrar muchas clases y estilos de panes (incluídos baguettes y ciabata) pero la cultura del pan en Irlanda es, en definitiva, bastante diferente a la nuestra. Eso de ir cada día a la panadería es casi desconocido aquí, al menos de la manera que lo concebimos en España. Seguiremos hablando de las diferencias gastronómicas entre Irlanda y España, que hay para rato.